A partir del 17 de julio, viernes, la Sociedad de Fotográfica de Gipuzkoa tiene el placer de presentar una magnífica exposición fotográfica realizada por el fotógrafo andaluz MANUEL VIOLA FIGUERAS, titulada “ERRÓNEA Y SIMULTÁNEA”.

En esta exposición, podremos ver sus asombrosos retratos colectivos, en los que los personajes que retrata aparecen en sus tareas diarias, sin esconderse, cada uno con su personalidad. El autor capta escenas realistas, otras forma de vida y costumbres, tanto en espacios públicos como en el interior de los hogares.

La muestra permanecerá abierta hasta el 19 de agosto, miércoles, en horario de 17 a 21 horas, de lunes a viernes, y de 17 a 20 horas, los sábados, en nuestra Sala de Exposiciones “Alberto Fernández Ibarburu”, en la sede local de la C/ San Juan nº 27 de Donostia-San Sebastián.

MANUEL VIOLA 2-1

Las imágenes de Manuel Viola muestran cómo mira una realidad nueva al mismo tiempo que él es contemplado como una novedad para sus protagonistas. Novedad que los demás admiten, integran y que no les impide ser ellos mismos, como demuestran sus gestos, sus actitudes, la expresión de los sentimientos que comunican al espectador. De donde se deduce que el autor ha sido aceptado, y para ello es fundamental el respeto, el cariño, la emoción, la humanidad con que se acerca al otro, para después mimetizarse y volverse invisible; o la naturalidad, la verdad, la inocencia, la pureza, transmitidas serían imposibles de capturar.

Imágenes que configuran escenas realistas que retratan perfectamente otras formas de vida y sus costumbres, desarrolladas tanto en espacios públicos como en el interior de sus hogares, escenas que eluden lo excepcional, lo pintoresco, que buscan la normalidad del día a día, pero que se llenan de detalles, de acciones simultáneas, de potenciales historias, de relatos sugeridos, abiertos, no concluidos.

Certera mirada, la de Manuel Viola, que en un fugaz momento fue capaz de percibir y de captar varios sucesos paralelos, que luego distribuye en diferentes planos para que, progresivamente y no a primer golpe de vista, sean descubiertos por el contemplador. Demostración de que no es sólo rápido a la hora de asimilar lo que vio sino que es igualmente veloz, y además, seguro y decidido a la hora de tomar posición en el espacio (ángulo de toma) y de seleccionar la “milésima de segundo” que quiere atrapar. Seguramente esta increíble capacidad de anticipación a la hora de ver, y su seguridad a la hora de decidir, son el resultado del continuo entrenamiento que suponen el ejercicio de sus dos pasiones: la fotografía y la medicina.

Resultado de ello son sus asombrosos retratos colectivos, en los que por muchos personajes que aparezcan no se perciben como comparsas, no se tapan, ni sobran, ni se duplican sus actitudes; cada uno de ellos conserva parte de su personalidad y muestra el papel que juega en el grupo. La combinación de tantos elementos solo parece posible para un gran director de orquesta, quien después de muchos ensayos, siguiendo una partitura escrita e imponiendo su interpretación hará sonar la música. Lo que aquí impresiona es que no hay guión, ni director de escena, simplemente ocurrió, casi nadie lo vio, pero Manuel Viola superando la enorme complejidad del reto fue capaz de intuirlo y llegar a tiempo para captarlo.

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Uztailaren 17.etik aurrera, ostirala, Gipuzkoako Argazkilari Elkarteak MANUEL VIOLA FIGUERAS Andaluziako argazkilariak egin duen erakusketa bikain bat atsegin haundiz eskeiniko du. Erakusketak “OKERRA ETA ALDIBEREKOA” izena du.

Erakusketa honetan bere taldekako erretratu harrigarriak ikus ditzakegu. Argazkietan azaltzen diren pertsonaiak bakoitza bere eguneroko lanetan azaltzen da. Egileak errelitateko eszenak eta beste moduko bizitzak eta ohiturak isladatzen ditu, leku publikoetan zein etxe barnean.

Erakusketak abuztuaren 19.a arte iraungo du zabalik, arratsaldeko 5etatik 9ak arte- astelehenetik ostirala arte- eta 5etatik 8ak arte larunbatetan. Erakusketa G.A.E.ren egoitzan izango da, “Alberto Fdez. Ibarburu’’ erakustokian, Donostiako San Joan kaleko 27.ean.

MANUEL VIOLA 3

Las imágenes de Manuel Viola muestran cómo mira una realidad nueva al mismo tiempo que él es contemplado como una novedad para sus protagonistas. Novedad que los demás admiten, integran y que no les impide ser ellos mismos, como demuestran sus gestos, sus actitudes, la expresión de los sentimientos que comunican al espectador. De donde se deduce que el autor ha sido aceptado, y para ello es fundamental el respeto, el cariño, la emoción, la humanidad con que se acerca al otro, para después mimetizarse y volverse invisible; o la naturalidad, la verdad, la inocencia, la pureza, transmitidas serían imposibles de capturar.

Imágenes que configuran escenas realistas que retratan perfectamente otras formas de vida y sus costumbres, desarrolladas tanto en espacios públicos como en el interior de sus hogares, escenas que eluden lo excepcional, lo pintoresco, que buscan la normalidad del día a día, pero que se llenan de detalles, de acciones simultáneas, de potenciales historias, de relatos sugeridos, abiertos, no concluidos.

Certera mirada, la de Manuel Viola, que en un fugaz momento fue capaz de percibir y de captar varios sucesos paralelos, que luego distribuye en diferentes planos para que, progresivamente y no a primer golpe de vista, sean descubiertos por el contemplador. Demostración de que no es sólo rápido a la hora de asimilar lo que vio sino que es igualmente veloz, y además, seguro y decidido a la hora de tomar posición en el espacio (ángulo de toma) y de seleccionar la “milésima de segundo” que quiere atrapar. Seguramente esta increíble capacidad de anticipación a la hora de ver, y su seguridad a la hora de decidir, son el resultado del continuo entrenamiento que suponen el ejercicio de sus dos pasiones: la fotografía y la medicina.

Resultado de ello son sus asombrosos retratos colectivos, en los que por muchos personajes que aparezcan no se perciben como comparsas, no se tapan, ni sobran, ni se duplican sus actitudes; cada uno de ellos conserva parte de su personalidad y muestra el papel que juega en el grupo. La combinación de tantos elementos solo parece posible para un gran director de orquesta, quien después de muchos ensayos, siguiendo una partitura escrita e imponiendo su interpretación hará sonar la música. Lo que aquí impresiona es que no hay guión, ni director de escena, simplemente ocurrió, casi nadie lo vio, pero Manuel Viola superando la enorme complejidad del reto fue capaz de intuirlo y llegar a tiempo para captarlo.

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